sábado, 20 de agosto de 2011

Camareras

El otro día estuve en un bar de cena familiar: abuelos, tíos y demás. Nos tocó una camarera que a mí me dio miedo, dijo cosas como “Señora, déjeme tranquila que yo sé cómo tengo que hacer mi trabajo” (a mi abuela); “Ya está el señor metiendo prisa”; “Oiga, que no tengo un cohete en el culo y hay más mesas que servir”. Resulta que esta chica es nueva, ha venido hace poco en sustitución de otra que había antes. Mi abuela nos dijo después que había ido otras veces y que esa camarera era siempre así de borde y de asquerosa, y que evidentemente le caía bastante mal, que le gustaba mucho más la mujer que había antes, que era mucho más simpática. La cosa no fue a mayores, salimos vivos de allí y casualmente, a los pocos días volvimos a ir a cenar al mismo bar, pero esta vez sólo con mi otra abuela. De todos los camareros que podían habernos tocado, que no son pocos, nos vino a tocar la misma arpía del día peor, y dado el carácter de mi abuela con estas cosas de los camareros yo me temía lo peor. Enorme fue mi sorpresa cuando al llegar la camarera se puso a hablar con mi abuela con un buen humor y una sonrisa inimaginables días antes. Resulta que se conocían y, por suerte, de los demás no se acordaba (nos atendió muy bien, parecía otra persona). Mi abuela nos explicó que había ido más veces y que con esta mujer se llevaba muy bien, que siempre había sido muy maja con ella y sus amigas cuando habían ido y que le caía muy bien, y no sólo eso, sino que le gustaba mucho más que la chica que había antes, sí, la que tanto le gustaba a mi otra abuela.
¿Qué cosas verdad? La misma persona, la camarera, tiene dos caras distintas según con quien y además a una de mis abuelas le cae de maravilla y con la otra casi se tira de los pelos. Y no sólo eso, sino que con la que había antes sucedía al contrario. Va a ser verdad eso de que nunca llueve a gusto de todos.

viernes, 5 de agosto de 2011

¿Intentamos cambiar o estamos bien así?

Se han gastado 3 trillones de dólares en ayudar económicamente a los bancos para que el sistema siga a flote. Sólo el uno por ciento de este dinero podría alimentar a 59 MILLONES de niños hambrientos durante un año. Eso no está bien, ¿no?