miércoles, 4 de enero de 2012

Propósitos

Es un clásico, al acabar el año, consciente o inconscientemente nos proponemos cambiar algo. Ahí van mis propósitos:


- Estudiar más y aprobar todo.*

- Hacer más ejercicio y ponerme en forma.*

- Aprender a tocar la guitarra de una puñetera vez.*

- Cabrearme menos.*

- No estresarme tanto.*

- No abandonar las cosas a las primeras de cambio si al principio salen mal.*

- Ser capaz de dejar a un lado la pereza.*



*Ver términos y condiciones de cumplimiento.**




**El propósito de fin de año se cumplirá siempre y cuando no requiera un gran esfuerzo físico o mental, y siempre que se observen resultados desde el principio.


lunes, 2 de enero de 2012

Sería impensable

Hoy he recordado algo que me pasó cuando era un niño. Tendría 10 años o así. Era Navidad, y mis amigos y yo quedamos una tarde para ir a pedir el aguinaldo por las casas del pueblo (es una ciudad, pero para mí es como si fuese un pueblo, me gusta más). Volviendo a mi historia, seríamos 7 u 8 los que íbamos ese día. Era esa época en la que las gamberradas eran parte de nuestra diversión, qué años tan maravillosos.

Cuando llegamos a la primera casa, llamamos al timbre y nadie nos abría, pero oíamos voces, eran “unos viejos”. Entonces, indignados, llamamos más veces y justo antes de que abriesen para darnos cuatro voces eché un chorro de  “nieve” del típico spray de Navidad en la puerta, en la mirilla. En ese momento la puerta se abrió y, lógicamente, echamos a correr. Desgraciadamente, la mitad se fue corriendo hacia la derecha de la puerta y la otra mitad hacia la izquierda. Y corrimos bastante, qué cosa más tonta, ni que los abuelos hubieran ido corriendo detrás de nosotros… Pero menuda adrenalina. El caso es que nos dividimos, y aunque nos buscamos después por las calles de alrededor, no volvimos a encontrarnos en toda la tarde. Yo lo pasé genial con los tres que corrieron hacia la derecha, como yo, y además conseguimos bastante dinero, o eso nos parecían entonces  20 euros.

Reflexiono y me doy cuenta de que eso hoy en día sería impensable. No me refiero al hecho de conseguir 20 euros pidiendo el aguinaldo, que también, sino al hecho de que unos chavales se separen y no se vuelvan a encontrar. Hoy en día tienen móviles, es tan fácil como llamarse y encontrarse en algún sitio. Y quizás aquel día me hubiese gustado tener un móvil y haberme encontrado con los que corrieron hacia la izquierda. Sin embargo hoy me alegro de haber pertenecido a una de las últimas generaciones que se perdían si unos corrían hacia la izquierda y otros hacia la derecha. Tengo la sensación de que he vivido una de las últimas infancias de verdad, antes de que la tecnología destruyese la infancia tal y como fue concebida. Y estoy orgulloso de ello.