miércoles, 8 de junio de 2011

Pequeñas historias

Su madre estaba metiendo ropa en la lavadora, en cuclillas, él se acercó sigilosamente y después hizo un amago de empujarla para que cayese de culo en el suelo, y ella dijo:
-No me tires que después me cuesta mucho levantarme.
-¿Que te cuesta mucho levantarte? -contestó él, sorprendido.
-Sí, me cuesta, no tengo 18 años como tú.
-Mamá, tienes 47 años, no puede costarte mucho levantarte, con tu edad a nadie le cuesta levantarse, eso lo dicen las viejas de 70 años, no gente de tu edad, ¿o es que eres una vieja?
-No, pero me cuesta.
-No te cuesta, ya lo verás- y la cogió de los brazos haciendo que perdiese el equilibrio. Ella, medio mosqueada, miró a su hijo que la miraba sonriendo, y a regañadientes se levantó, sin esfuerzo alguno, y se sonrió. Entonces él dijo:
-No te quieras hacer vieja antes de tiempo, ya llegará el día en que te tenga que ayudar a levantarte porque tú no puedas y bastante frustrante te resultará, mientras puedas levántate cuantas veces sea necesario, ya habrá tiempo para no poder levantarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario