sábado, 27 de noviembre de 2010

Cosas que pasan

Hoy me apetece contar algo que me pasó hace unos días en una clase de cálculo en la universidad. Estábamos como siempre, copiando cosas de la pizarra como locos, sin enterarnos de nada pero copiando, porque nos pensamos que después lo miraremos en casa y por arte de magia entenderemos ese extraño idioma y aprenderemos a descifrar jeroglíficos, porque prácticamente es eso. Pues bien, dentro de nuestra ignorancia, siempre hay cosas que sabemos, que son fáciles y elementales, como por ejemplo que si multiplicas un número negativo por uno positivo el resultado es negativo. Yo estaba sentado al lado de un compañero mío de clase que no suele coger apuntes, pero que ese día vio la cosa chunga y no tuvo más remedio. Total, que en una de las fórmulas que copiamos, había que multiplicar un número positivo por uno negativo y yo miré de reojo el papel de mi compañero y vi que en el resultado no había puesto el signo menos. Iba a decirle algo así: "Joder macho, que atento estás y que bien te estás enterando, no me jodas, para poner eso no sé en que estarás pensando...". Afortunadamente, antes de decírselo, miré mi papel, no sé ni por qué lo hice, y vi que yo lo había escrito igual, es decir, mal. Entonces le dije: "Oye que eso de ahí es negativo, cámbialo" (de buen rollo, ya que me había dado cuenta...) y él me dijo: "Es que no veo bien la pizarra y he copiado lo tuyo, pero vamos que me voy a tener que copiar de otro...".

Fue algo que me hizo pensar, una situación que me pareció curiosa y de la que se puede sacar una lección. Yo iba a "reírme" de él por algo que había hecho mal, porque se había equivocado en una cosa que era obvia, fácil, un fallo estúpido, como tantos otros que nos hacen gracia; y resulta que si lo tenía mal era por haberse copiado de mí, con lo cual si de alguien había que reírse habría sido de mi mismo. Quizá no sea esta situación el mejor ejemplo, hay muchas otras veces que nos encontramos con situaciones parecidas, que nos deberían hacer darnos cuenta de que quizás no seamos tan perfectos como pensamos. A veces, miramos las cosas que hacen los demás y nos parecen extrañas, que no están bien, que nosotros las haríamos de otra manera. Tenemos la sensación de que lo nuestro es lo mejor y de que nuestra forma de hacer las cosas es la más adecuada y la que todo el mundo debería elegir, pero nos equivocamos. No miramos lo que hacemos  nosotros mismos y no nos damos cuenta de que quizás eso sea lo que está mal, de que quizás seamos nosotros los que nos estamos equivocando y no nos enteramos. Hay una expresión que resume bien todo esto: "ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio". Pues eso, para hacérselo mirar.

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