miércoles, 11 de mayo de 2011

La ley de Murphy

Podría escribir un ensayo de 50 folios sobre la ley de Murphy explicando mi día de ayer. No lo escribí ayer porque la última cosa que me pasó fue que cuando lo iba a escribir se me fue el Internet. Como no tengo tiempo para escribir 50 folios y, en el hipotético caso de que esto lo lea alguien, no le quiero aburrir, haré un breve resumen. Por la mañana la única complicación que tuve fue que me dormí porque apagué el despertador sin querer y tuve que correr para coger el autobús, aunque después de darme la carrera, el autobús llegó tarde y me tocó esperar cinco minutos, pero eso no se sale de la normalidad, no había nada que pudiese indicar que fuese a ser un mal día. El tren no se rompió al ir a la universidad, y el Metro tampoco, todo bien. Iba allí para hacer un trabajo de dibujo técnico y bueno, ahí empezaron a salir algo peor las cosas, muchas cosas emborronadas y sucias, muchas cosas que repetir porque no salían, pero eso también es normal, nada fuera de lo común, no lo pudimos terminar por la mañana y al final tuvimos que quedarnos por la tarde, y fue realmente por la tarde cuando empezó la marcha.

Tenía la revisión de un examen a las tres, y empecé a comer casi a menos cuarto (no por culpa mía, lógicamente, diversos hechos me entretuvieron, pero he dicho que iba a ser un resumen). Me dejé un tercio del bocadillo sin comer porque no me daba tiempo a llegar y además justo en ese momento sentí la llamada de la naturaleza y tuve que ir sin más remedio a hacer la deposición conveniente en el inodoro. Este inconveniente no sería digno de remarcar si no fuese porque fue lo que me hizo llegar a las tres y cinco en lugar de a las tres a la revisión; lo cuál tampoco sería digno de reseñar si no fuese porque eso hizo que tuviera ya a ocho personas delante de mí en la cola para entrar; lo cuál no sería digno de reseñar si no fuese porque importaba y mucho tener una persona menos delante de mí, ya que la profesora tardaba 20 minutos con cada uno. Consecuencias: dos horas y media esperando en un pasillo en el que pasé un calor insoportable, y yo sin hacer mi parte del proyecto de dibujo, que tenía que terminar ayer por la tarde. Al menos ese tiempo me sirvió para culturizarme un poco, me enteré de que a los que quieren ser oficiales en el ejército, antes de entrar, en el reconocimiento médico que les hacen, les pesan los huevos para ver si les pesa más uno que otro y se los palpan bien para ver que no hay nada extraño, lo cuál me reafirmó en la idea de que el ejército no es para mí. A parte de eso, fueron dos horas y media de mierda, evidentemente, y veía como algunos de los que entraban a protestar salían cabreados diciendo "no hay nada que hacer con esta mujer" (aunque yo no perdía la esperanza porque pensaba que mi examen estaba aprobado de sobra realmente y sólo necesitaba 8 décimas) y otros conseguían que les subiesen algo, pero no mucho. A las cinco y media llegó mi turno, evidentemente no me subió la nota, pero la cuestión no es que no me la subiese, es que ese exámen estaba aprobado. No me voy a poner aquí a explicar cosas de química porque no me apetece y además sería un lío bastante gordo, pero me quitó un punto por equivocarme al escribir una cosa que prácticamente era un dato del ejercicio, tres décimas por no poner las unidades en el paso intermedio de un problema y siete décimas más porque en una de las cuestiones "no le gustaba la explicación". Aclarar que la profesora, a parte de una zorra, es rusa, o ucraniana, no lo sé, y que no te mira a la cara cuando te habla. Pero, evidentemente, no había nada que hacer con esa mujer, y tengo que volver a examinarme de eso en una semana. Supongo que este hecho fue el que más marcó el día, pero después vinieron más cosas. Salí de allí, cabreado por supuesto, pero resignado al fin y al cabo, y fui a terminar el puñetero trabajo de dibujo, quedaba mucho, y yo que había pensado volverme pronto ese día, a las cuatro o así, después de la revisión, me encontraba a las seis y con un rato por delante para terminar. Terminamos, no sin complicaciones, entregamos el trabajo, y después de una carrera antes de llegar al Metro, llegué justo cuando se iba. "No pasa nada, el siguiente metro llega de sobra para coger el tren de las 20:18, debe llegar un minuto antes si todo es normal." No todo fue normal, estuvo parado más de dos minutos en una estación con las puertas abiertas, sin saberse por qué y claro, perdí el tren, que por supuesto fue puntual, no llegó ni un minuto tarde y llegué casi para verlo marchar. Tengo que aclarar que no había meado antes de salir de la universidad para no perder tiempo y llegar al tren, pero me estaba meando terriblemente desde hacía un buen rato, y otro rato me quedaba. El siguiente tren llegó veinticinco minutos más tarde, con cinco minutos de retraso, por supuesto, no podía ser de otra forma. Esos cinco minutos supusieron que en lugar de llegar a Aranjuez a las 21:04 llegase a las 21:09, y hubiese que darse prisa para coger el autobús de y 10. A y 10 estaba en la parada del autobús, después de la correspondiente carrera, pero ya no estaba, se fue antes de tiempo. Así que al otro autobús, el 2, el que te pasea por todo Aranjuez y tarda 15 minutos más, si, ese. Y nada más llegar a casa lo primero que escuchas es: "te toca tirar la basura". Me alegro de haber escrito esto hoy, de que ayer se fuese el Internet, porque así me acosté antes y dejaron de pasarme cosas, y porque esto es un resumen, pero ayer, con la mala leche que tenía no habría resumido tanto y me habría tirado escribiendo dos horas los pequeños detalles que se me olvidan, y que para 50 folios quizás no den, pero sí para 10 o 12.

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