domingo, 13 de noviembre de 2011

Ya ves

Hay expresiones que están creadas para ir solas como “¡Hay que joderse!” (mi favorita, por cierto), “¡Madre mía!”, “¡Caramba!” y mil más que no se me ocurren. Sin embargo hay otras que esperan una respuesta por parte de la persona con la que se está, es cómo si quedasen huérfanas sin esa contestación que no deja de ser otra expresión vacía en contenido. Es el caso de “¡Qué cosas!”. No creo que haga falta aclarar que su complemento es “¡Ya ves!”. Y es curioso, porque si cuando tú reaccionas ante algo increíble con la expresión ”¡Qué cosas!”, esperas que inmediatamente el que está a tu lado responda “¡Ya ves!”. Normalmente, aunque sea de forma inconsciente, lo hace; pero si no lo hace es cómo una “falta de respeto”, como si ni siquiera te estuviese escuchando, la conversación pierde sentido en ese momento, se pierde en esa expresión inacabada, huérfana de su complemento y la persona no correspondida se queda sin ganas de seguir hablando. Es sorprendente cómo una cosa tan absurda como ésta se da una y otra vez sin que nos demos cuenta. Siempre que alguien diga “¡Qué cosas!” contestaremos de la misma forma, casi como robots…

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