lunes, 12 de marzo de 2012

Montañas

Un desierto.
Caminar y tener la sensación de haber pasado antes por ese lugar.
Estar caminando en círculos.
Darse cuenta.
Ver a lo lejos un oasis.
Plantearse si ir hacia él o no.
Podría ser un espejismo.
Mientras tanto seguir andando en círculos, sin avanzar.
Decidir finalmente ir hacia el oasis.
Avanzar un poco.
Encontrar una montaña enorme.
Pararse a pensar cómo atravesarla.
¿Rodearla o trepar?
Aprovechar para tumbarse a descansar mientras se piensa la solución al problema.
Dormirse.
Amanecer al día siguiente y no haber llegado a ninguna conclusión.
Las ganas de llegar al oasis son menos.
Hacer un esfuerzo.
Decidir rodear la montaña.
A mitad de camino aparece otra montaña.
Decidir rodearla también.
Aparecen dos más.
Tomar la misma decisión.
Aparecen más.
Son cada vez más anchas.
Haber rodeado ya muchas montañas.
¿Cuál era el objetivo?
¿Rodear montañas?
Ah no, llegar a un oasis.
Que ya ni siquiera se puede ver.
Una cordillera lo esconde.
Quién sabe, a lo mejor después de todo era un espejismo.
¿Merece la pena seguir rodeando montañas?
Seguramente sí.
Puede que no.
Tumbarse a descansar una vez más.
Pensar.
Levantarse al día siguiente.
Volver a andar en círculos.

Tengo sed.
Me da igual.

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