domingo, 20 de marzo de 2011

Punto de inflexión.

Hay días que llegas a casa y te preguntas “¿qué estoy haciendo mal?”, ves como todo a tu alrededor se está yendo a la mierda y no sabes cómo cambiar la situación, es como intentar parar una bala con una hoja de papel. ¿Cómo conseguir unir algo que otros se empeñan en destruir? ¿Cómo conseguir que todo se parezca un poquito más a como era hace 6 meses viendo que cada vez se parece menos? ¿Cómo pueden las personas cambiar tanto en tan poco tiempo? ¿O es que realmente ya eran así? Al fin y al cabo supongo que el problema no lo tiene nadie más que yo, que ilusamente he pensado que conseguiría mantenerme al margen de la espiral que a todos nos acaba absorbiendo, pero te acabas dando cuenta de que en el momento en que las personas que te importan entran en esa espiral, es como si tú o parte de ti hubiese entrado también. Es imposible huir de la egoísta y asquerosa naturaleza humana en esta sociedad que aprecia tanto las apariencias. No es lo mismo pasar la noche del viernes en Aranjuez con la gente de siempre, ya sea tranquilamente o no, que irse a Madrid con gente guay de Madrid, dónde va a parar. No es lo mismo tener un Iphone, una Blackberry, un Samsung no se qué y la madre que los parió que tener un Nokia que no se conecta a Internet. No es lo mismo llevar ropa de H&M o de Zara que llevar de marca hasta los calcetines. Que todo el mundo se entere de todo lo que tengo, que todo el mundo sepa lo guay que soy, porque yo lo valgo. Todo ese mundo nuevo no es tan nuevo, también os podíais emborrachar en Aranjuez, también vendían Iphones hace un año, también podíais ir a un bar y dejaros llevar en Aranjuez, sé que no es igual, pero a veces parece que vengamos de las catacumbas o de los años 50.

Lamentablemente, el 80% de la gente con la que me relaciono está dando vueltas en la espiral, como un trozo de mierda cuando tiras de la cadena. A muchos los acabo de conocer, la mayoría, y simplemente me da igual lo que piensen; otros sé que en realidad no son así, o eso quiero pensar, simplemente es ese momento en el que te dejas llevar por la corriente y si estás a gusto y te sientes valorado, no te quieres bajar, pero sé que de esas corrientes se acaba bajando; y otros que sí, que son así, pero a los que no puedo dejar de valorar, lo primero porque no soy nadie para juzgar lo que hagan los demás y lo segundo, porque todas las personas a las que aprecio me han demostrado alguna, o más de una vez, que no debo separarme de ellos nunca. Aún así, a veces pienso en cómo era todo antes y tengo que reconocer que lo echo de menos. La vida avanza deprisa, muy deprisa, y en la sociedad en la que vivimos las relaciones humanas se ven bombardeadas por tantas cosas que el hecho de que se mantengan en pie es algo extraordinario, que deberíamos valorar más, y construir contrafuertes porque no van a dejar de caer bombas. El descuido hace que el muro se venga abajo, que la planta se marchite de no regarla, y el descuido llega antes de que nos demos cuenta. Perdemos lo que teníamos sin enterarnos, y cuando nos queremos dar cuenta ya es tarde. Quedarse estancado en el pasado es un error, mi error, pero pienso que vivir sin mirar nunca hacia atrás es un error mayor. Lo más importante es que en esta vida hay que elegir, NO SE PUEDE TENER TODO, y nadie, absolutamente nadie, lo tiene todo. Y el error más grave que puede cometer alguien, a mi modo de ver, es pensar que el camino para lograrlo es el camino de la apariencia, el sentirse superior a los demás y dejar de lado lo que de verdad importa.

 For your consideration.

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