miércoles, 2 de enero de 2013

Spain Is Pain


Me duele España. Me duele el mundo en realidad, pero hoy me limitaré a hablar de lo que vivo en primera persona. Me duele por muchas cosas, pero hoy no hablaré de la crisis, ni de los políticos, ni de la corrupción, ni de los bancos. Hoy hablaré de nosotros.


No está bien generalizar, pero es imposible hablar de un país sin hacerlo, así que, generalizando, los españoles somos un puñado de sinvergüenzas que buscamos conseguir mucho esforzándonos lo menos posible, a costa de lo que sea y de quién sea y haciendo todas las trampas posibles.


Me explico: el español medio tiene como principio fundamental que lo que él piensa es la verdad absoluta, y además su principal objetivo es que a él no le engañe nadie. Ser el más listo. Porque en este país, si no haces trampas en la declaración de la Renta, si no copias en los exámenes o si no te descargas música de Internet, “eres gilipollas”.


Si hay un camino fácil para conseguir lo que quiere, el español lo sigue. Sí o sí. ¿Para qué ganar 3.000 euros honradamente si puedes ganar 5.000 haciendo chanchullos? ¿Para qué buscar un trabajo como los demás pudiendo conseguir algún enchufe? Dudo mucho que exista un país en el mundo en el que el "fenómeno enchufe" esté tan extendido (y aceptado, eso es lo triste) como aquí. Y mientras unos consiguen un trabajo por enchufe, otros que han trabajado y estudiado para conseguirlo, se quedan sin él. Y aunque se sepa, no se puede denunciar, eso es así y ya está.

"Eso es así y ya está". Frase muy popular en España. Porque otra característica del español medio es que se deja mangonear y es manipulable hasta decir basta. El español medio no suele rebelarse contra lo que considera injusto. Bueno, sí, se rebela pero de boquilla. En el bar con los amigos y en las cenas familiares es capaz de conseguir que parezca que quiere y puede cambiar el mundo, pero después le da pereza ir a una manifestación o secundar una huelga general. También le da pereza decirle a su jefe que lo que le pide está fuera de lugar o que no está de acuerdo con él, no vaya a ser que se enfade. Así que se podría decir que el español medio traga con que le humillen o utilicen sin decir nada, lamiéndole el culo a quien haga falta con el objetivo de ascender, aunque eso implique renunciar a sus principios, si es que los tiene. Pero claro, por el mismo razonamiento, si se siente superior a alguien (el español medio suele sentirse superior a casi todo el mundo), acostumbra a mirarle por encima del hombro, desahogando así su frustración por su inferioridad y debilidad ante aquellos cuyos culos lame un día tras otro, o simplemente ante quienes tienen más dinero que él.

El dinero, otro tema interesante. Porque aunque resulte paradójico, al español medio le gusta la ostentación, pero cuando tiene dinero, le gusta que la gente no sepa que lo tiene. Supongo que se piensa que no se le nota que lo tiene, pero no hay cosa más fácil que darse cuenta de quién tiene más y quién tiene menos. Luego están los que quieren aparentar tener más de lo que tienen, que no son pocos. "Eres un rata", otra frase bastante habitual en España, y que, casualmente dicen más quienes más ratas son. Porque así somos los españoles.

Hay también otras características típicas del español medio. Es cotilla, muy cotilla. Le encanta saber cosas de los demás y después contarlas. El "vale, no te preocupes" que se contesta al "no se lo digas a nadie" suele significar "se lo voy a decir a quien me salga de los cojones y se va a enterar quien menos quieres que se entere". También le gusta saber cosas de los demás para poder practicar uno de los dos deportes nacionales por excelencia: criticar. Porque si algo le gusta al español medio, es criticar lo que hacen los demás, aunque él lo haga también. Y no podemos olvidar el segundo deporte nacional: hablar sin saber. Criticar sin saber, hablar por hablar, hacernos los importantes aunque no tengamos ni idea de lo que hablamos. Nos encanta.

¿Y de qué nos gusta hablar? Pues de cualquier cosa, pero hay que dejar claro que el español medio habla muy en serio de las cosas menos importantes y deja las bromas y el cachondeo para las cosas que importan. Porque aquí las cosas funcionan así. Aquí una mujer mayor destroza un cuadro cuando lo restaura y lo deja hecho un esperpento y ese mismo fin de semana hay 3 programas especiales sobre eso en televisión. Y como los españoles somos así, los curiosos se agolpan en la iglesia donde está el cuadro para verlo antes que nadie. Eso deriva en que a alguien se le ocurra cobrar entrada por verlo y así nace un negocio. Un negocio corto, eso sí, porque aquí todo cae en el olvido muy pronto. En los telediarios se empiezan a contar muchas historias, pero no se termina ninguna. ¿Sabe alguien como están en Lorca después del terremoto de hace  año y medio? Cuando el tema dejó de vender y los famosos dejaron de hacer gestos de solidaridad, cayó en el olvido. Pero eso es solo un ejemplo. Si secuestran a un niño, la noticia dura hasta que tristemente aparece su cadáver, pero en ese tiempo que pasa desde que desaparece hasta que lo encuentran, los diversos programas de televisión se encargan de presentarlo como si fuera una serie policiaca, entrevistando a familiares que lo están pasando mal día sí y día también y creando tertulias para aprovechar el tirón del tema. ¿Y los españoles en sus casas qué hacen? Pues verlo, cómo no. Nos encanta el morbo.

Hablaba antes de gente agolpándose en la puerta de una iglesia. Cabe recordar que el español medio acude en masa a un sitio principalmente ante dos situaciones: que quiera ver cuanto antes algo de lo que todo el mundo habla o que regalen algo.


El español medio le da audiencia a Telecinco, pero lo niega delante de todo el mundo. Y sabe más sobre la vida de Belén Esteban o Julio Iglesias que sobre la de algunos miembros de su familia. En televisión, los debates del corazón y los de fútbol tienen más audiencia que los de política y actualidad. Es una buena forma de resumirlo.

El español medio se ofende e indigna si los franceses (oh, los franceses, cuanto nos odian, qué terrible enemigo, con lo que nosotros les queremos y lo bien que hablamos de ellos) hacen un programa de televisión con guiñoles e insinúan que los deportistas españoles se dopan, pero en las calles españolas es difícil no escuchar frases como "las portuguesas tienen bigote" o "las moras huelen mal".

También somos hipócritas. Hablar mal de alguien a sus espaldas y después juntarse con ese alguien como si nada, para hablar mal de otra persona es bastante típico.
La envidia tampoco se nos da mal. Ni las chapuzas a la hora de arreglar problemas. Hombre, mejor hacerlo rápido y quitárnoslo de encima cuanto antes. Total, vamos a cobrar lo mismo, no nos van a pagar más por hacer las cosas mejor.

Si el español medio puede estafar a alguien, le estafa. Porque como dije al principio, el español tiene que ser el más listo, a él nadie le engaña, y la forma de demostrar que eres el más listo es engañar a alguien.

Pero estamos llenos de paradojas, y una de ellas es que, pese a que nos gusta pavonearnos de lo nuestro y decir que es lo mejor, nos encanta desterrar nuestras costumbres centenarias y adoptar otras más mediáticas, sobre todo si se escriben en inglés, que es más guay. Véase Halloween.

Si le preguntas al español medio “¿y qué mundo le estamos dejando a quienes vengan después?”, el español medio te responde que a él lo que le importa es lo de ahora y que lo que pase después es problema de quien venga después.


Ojo, que algunas (por suerte, no demasiadas) de las cosas que he descrito se me pueden echar en cara a mí también. Y a cualquiera, supongo. No deja de ser una cuestión de cultura. Pero que yo lo haga no quiere decir que no me avergüence. Y también es verdad que tenemos cosas buenas. Somos hospitalarios, por ejemplo. No se me ocurren muchas, la verdad, pero las tenemos. Aunque me temo que pesan más las malas.

En fin, así somos. En general, claro. Siempre hay excepciones. Y teniendo en cuenta que somos así, tanto quienes mandan como, sobre todo, quienes votan. ¿No es normal que estemos en la situación que estamos? ¿No nos lo hemos buscado y nos lo seguimos buscando?

Sin tener ni puta idea ni de economía ni de política (soy español, tendré que hablar sin saber), me da la impresión de que es muy difícil que tal y como están organizadas las cosas podamos ir a mejor. Un sistema que para su buen funcionamiento necesita que la gente sea honesta y no mire sólo por sus intereses no puede funcionar con la mentalidad de la gente de este país. Siempre se corromperá, siempre habrá alguien que quiera más, siempre habrá alguien que haga trampa y alguien que lo vea y no diga nada. Quizá lo mejor sería que se fuera todo a la mierda y ya está. Volver a empezar. Porque la sociedad española en particular, y, me temo, la humanidad en general, están tan podridas que esto tiene difícil arreglo.

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