Año 40.000. Atrás queda el paso
del ser humano por la tierra, atrás queda su inconsciente y lenta
autodestrucción. Los reptiles lograron sobrevivir al deshielo primero y los
miles de cambios que sufrió la Tierra después y ahora dominan el mundo. De
hecho la Tierra dejó de llamarse así hace tiempo, ahora se llama el Agua. Las
tortugas y galápagos se erigieron en líderes al evolucionar más rápidamente que
el resto de especies y adaptarse mejor al cambio, no necesitaban salir de las
profundidades marinas para vivir. Desarrollaron un lenguaje más avanzado,
fueron creciendo de tamaño y se hicieron bípedos, pudiendo caminar por el fondo
del mar. Pese a hacer vida también en las islas que abundan en el Agua,
construyeron sus ciudades, llamadas tortudelas, bajo el mar.
Cualquier época pasada había sido
borrada por completo. Las tortugas nunca llegaron a entender el paso de los
humanos por lo que había sido la Tierra, al principio no tenían la suficiente
inteligencia para hacerlo y cuando evolucionaron y la adquirieron, no mostraron
interés alguno en estudiar a quienes habían enjaulado y dominado a sus
antepasados. No desenterraron monumentos. No estudiaron fósiles. Empezaron de
cero. Y el resto de reptiles que habitan el Agua asumen el dominio de las
tortugas.
Las tortugas basan todas sus acciones
en la creencia en un ser superior y ancestral, al que llaman Tort. Tort causó
la destrucción de la humanidad, haciendo que los humanos se llenasen de poder
hasta desaparecer y destruir el mundo tal y como se conocía; y provocó la
evolución del planeta en lo que es ahora, un lugar idóneo para la vida reptil.
Tort era el artífice de que las tortugas dominasen el Agua. No toda la
población tortuga ve a Tort de la misma manera y muchos difieren en la forma en
que Tort creó su mundo, incluso hay quienes le llaman Ran o Reptal en lugar de
Tort, pero casi todos coinciden en que
todo lo que tienen se lo deben a él. Una vez al año, cada tortudela elige
mediante un sorteo entre toda su población tortuga a unos cuantos
representantes, uno por cada 500 habitantes. Todos quieren ser los elegidos y
dedican parte de su vida, un día semanal, a prepararse para ello, deseando que
Tort les conceda el honor de ser los elegidos alguna vez. Todos los elegidos,
independientemente de sus edades, son sacrificados como ofrenda al todopoderoso
Tort, a modo de agradecimiento por todo lo que en su día hizo por las tortugas.
Los millones de caparazones pertenecientes a los sacrificados son después
reunidos en las afueras de la capital tortuga en el Agua, Galapia. Allí son
apilados formando la figura de Tort, la tortuga de ocho patas, el creador del
mundo tortuga. Pese a que de momento sólo se han apilado suficientes
caparazones como para llegar a las rodillas de las dos primeras de las ocho
patas de Tort, la mayor escultura de todos los tiempos ya sobresale a la
superficie. Millones de tortugas peregrinan cada año desde todos los lugares
del Agua para visitar la escultura a Tort y apilan ofrendas de todo tipo a sus
pies, deseando poder formar parte algún día de esa grandiosa muestra de
gratitud a quien deben su existencia.
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